22 de octubre de 2009

Clima y ánimo

Estudios recientes concluyen que el clima no afecta el estado de ánimo, aunque se ve un leve incremento de la tristeza (no significativo) en los días de lluvia. Este dato parece contradictorio ante la evidencia que aporta la observación de niños en el aula, que se muestran más dispersos y alterados los días de lluvia. Eso podría, entonces, deberse a otros motivos, como que no puedan ir al patio de recreo los días de lluvia.

Por otro lado, contrariamente a este hallazgo, el calor también parece afectar a la conducta de los niños. Las altas temperaturas y la humedad disminuyen las respuestas mentales, aumentan la pereza, el umbral de excitación, la irritabilidad y la agresividad.

Aún así, yo creo que los cambios del estado de ánimo y de la conducta no dependen únicamente del clima, sino que también dependen del contexto subyacente y del niño por sí mismo.

Así pues, un día de calor, por si mismo podría provocar irritabilidad, pero el niño lo asocia con las vacaciones de verano y la piscina y obtiene una reacción opuesta.
O un día de lluvia como hoy. El niño ve el cielo gris y le genera tristeza o nerviosismo, pero este estado de ánimo no viene provocado por la lluvia en sí, sino por el color gris del cielo, color que por sí mismo ya transmite tristeza, o por la asociación de la lluvia con la imposibilidad de ir al parque, a pasear, jugar en la calle, etc.

Nosotros podemos romper esta asociación y contribuir que nuestros niños aprendan a disfrutar de la lluvia. Busca actividades qué solo pueda hacer los días de lluvia, o reserva alguna actividad que al niño le guste para esos días (por ejemplo hacer manualidades, preparar una tarta, etc.). También le puedes comprar un paraguas o un chubasquero que le guste tanto que el niño desee que llueve para ponérselo. Y bien equipado es divertido jugar bajo la lluvia (saltar en los charcos, hacer girar el paraguas para que vuelen las gotas, etc.).

8 de octubre de 2009

La risa en los niños

La risa de los niños es muy contagiosa. Los niños suelen sorprenderse con mayor facilidad que los adultos y por ende suele haber más cosas que les hagan reír, esa risa suele ser una risa desinhibida, una carcajada.

Y, a veces, creemos necesario frenarlos, controlar su risa para que la gente de su alrededor no la note debido a nuestra ansiedad social, pero debemos dejarlos reír y deberíamos dejarnos contagiar de ellos, porque la risa es saludable.

La risa es signo de tranquilidad y felicidad. Se ha demostrado que la risa libera impulsos eléctricos negativos de la corteza prefrontal a la vez que segrega encefalinas, que es la morfina de nuestro cuerpo, las cuáles reducen el dolor, además de interceder en la sensación de bienestar y en la depresión.

Reír ayuda al niño a tener una visión positiva de la vida, que a su vez ayudará al niño a relajarse, a tener una perspectiva distinta de los conflictos y a prevenir el estrés infantil.

Por otro lado, es recomendable potenciar la risa en los niños que tienen problemas para dormir, ya que genera fatiga.

En conclusión, potencia la risa en tu hijo y date permiso para reír con él. Es bueno para vuestra salud física y mental.

Y para empezar a contagiarnos: