29 de enero de 2010

Bolígrafo Rojo

Los niños no nacen sabiendo, al contrario nacen con unos instintos básicos que les permiten sobrevivir al tiempo que sus cuidadores les enseñan a vivir.

De ese modo desde que nace, el niño no hace otra cosa que aprender: aprender a caminar, a comer, a hablar, a estudiar… y todos los contextos del desarrollo se centran el aprendizaje: en casa, en el parque, en el club… y, claro está, en el colegio.

Y la verdad es que el niño quiere aprender, siente curiosidad, está motivado para aprender cosas nuevas, porqué sino lo cuestiona todo… “Papa, ¿Por qué cerramos los ojos cuando estornudamos? “ o “¿Adán y Eva tenían ombligo?”.

¿Qué ocurre pues para que pierdan la motivación? ¿La razón no será el odiado bolígrafo rojo?

¿Nos hemos parado a pensar cómo enseñamos a los niños? Pensadlo un instante… Pues sí, les enseñamos corrigiendo sus errores, nuestro discurso se basa en el “esto está mal, tendrías que haberlo hecho así o asá” y si creéis que no es así ¿Por qué marcamos en rojo todos aquellos errores que comete el niño? Podríamos marcar en rojo sus avances ¿no os parece? Y usar un color más discreto para las correcciones.

Luego nos sorprende que los niños no quieran estudiar, pero deberíamos imaginarnos en nuestros trabajos con alguien delante que se dedicara única y exclusivamente a remarcar todos los errores que vamos cometiendo, ¿en serio seguiríamos motivados para seguir trabajando? Cómo mínimo nos plantearíamos un cambio de empleo…

22 de enero de 2010

La fuerza de la fantasía

El lunes pasó un hecho curioso en la consulta. Mi compañera está tratando a un niño de seis años con fobia social, ya os podéis imaginar… tímido, muy ansioso…, los primeros días se pasaba las sesiones llorando…

Así pues, os podéis imaginar que a mí, una desconocida para él, nunca me había dirigido más que una tímida mirada de reojo cuando creía que yo no lo veía y lo digo en pasado porque fue el lunes cuando se me acercó decidido y alegre y con un tono de voz muy tenue pero determinada me dijo “¡¡¡se me ha caído un diente y hoy va a venir el Ratoncito Pérez!!!”.

Y es que este es el poder de la fantasía.

La fantasía nos da fuerza, nos da esperanza, nos consuela… Los adultos debiéramos aprender de los niños a usar esta fantasía, porque ella nos permite crear, nos dota de paciencia e ilusión.

Un día, la madre de un paciente, preocupada, me dijo “es que le hemos comprado xxx (la consola de moda, que todos sus compañeros de clase tenían) pero mi hijo no juega con ella, se pasa el día soñando despierto, inventándose historias y artilugios” y no me quedó más remedio que felicitarla, porque los niños necesitan soñar, fantasear… y le animé a promover sus habilidad creativa. Puesto que el niño tenía dificultades de escritura le anime a que creara su álbum de inventos y/o cuentos.

Pues para los padres que creen que fantasear es perder el tiempo y no aporta nada, este niño, que ahora ya no es tan niño ha ganado muchos premios de escritura en su colegio y ahora acaba de empezar ingeniería industrial. Sacó provecho de su fantasía, de su creatividad para afrontar su punto débil, la escritura.

Así pues, ya veis con 2 anécdotas, la fuerza que tiene la fantasía… ¿no creéis que vale la pena potenciarla?