Por otro lado, contrariamente a este hallazgo, el calor también parece afectar a la conducta de los niños. Las altas temperaturas y la humedad disminuyen las respuestas mentales, aumentan la pereza, el umbral de excitación, la irritabilidad y la agresividad.
Aún así, yo creo que los cambios del estado de ánimo y de la conducta no dependen únicamente del clima, sino que también dependen del contexto subyacente y del niño por sí mismo.
Así pues, un día de calor, por si mismo podría provocar irritabilidad, pero el niño lo asocia con las vacaciones de verano y la piscina y obtiene una reacción opuesta.
O un día de lluvia como hoy. El niño ve el cielo gris y le genera tristeza o nerviosismo, pero este estado de ánimo no viene provocado por la lluvia en sí, sino por el color gris del cielo, color que por sí mismo ya transmite tristeza, o por la asociación de la lluvia con la imposibilidad de ir al parque, a pasear, jugar en la calle, etc.
Nosotros podemos romper esta asociación y contribuir que nuestros niños aprendan a disfrutar de la lluvia. Busca actividades qué solo pueda hacer los días de lluvia, o reserva alguna actividad que al niño le guste para esos días (por ejemplo hacer manualidades, preparar una tarta, etc.). También le puedes comprar un paraguas o un chubasquero que le guste tanto que el niño desee que llueve para ponérselo. Y bien equipado es divertido jugar bajo la lluvia (saltar en los charcos, hacer girar el paraguas para que vuelen las gotas, etc.).